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¿Herramientas digitales?, ¿o rotuladores y lápices?

 

Maria, recorte

Pues creo que no tengo ninguna duda al respecto: para un trabajo rápido, de línea simples y colores planos, escojo el papel, el lápiz, la goma de borrar y los rotuladores. Me gusta ese aspecto caótico que convierte el mapa visual en una pieza única, con sabor artístico. Si acudes a Pinterest o a Instagram y ves el trabajo que hace el personal en sus bullet journals con esos rótulos de lettering tan currados, doodles y demás familia, te das cuenta que, ahí, de digital, nada de nada; todo trabajado a mano. Es verdad que luego uso herramientas digitales para fotografiar los trabajos con el fin de presentarlos o colgarlos en algún lugar de la nube; escanearlos, editarlos, darles contraste, saturarlos o pasarlos por algún filtro (últimamente tengo un idilio con PhotoScape X y he abandonado un poco a mi fiel Gimp).


Eso no quiere decir que no use herramientas digitales. Las uso, claro. Algunas desde la versión 0.X, como Inkscape (la vectorización de imágenes con esa herramienta es pura magia). Me encantan los programas de dibujo digital, tanto los de licencia libre (MyPaint es mi preferido), como los privativos gratuitos (Autodesk nos hizo felices cuando comenzó a regalar el SketchBook Pro). Naturalmente, tengo una tableta digitalizadora para que el uso de todas esas herramientas parezca un poco más natural, pero no acabo de encontrarme cómodo dibujando con un puntero. Y eso que los punteros de ahora, con sensibilidad a la presión, crean trazos alucinantes. Quizá me falta práctica o, simplemente, es que no soy un profesional del diseño y solo de vez en cuando me encuentro en la necesidad de hacer un par de garabatos.

Reconozco que sería fantástico, quizá, tener un montón de dibujillos almacenados y usarlos a discreción con pequeñas alteraciones para crear mapas visuales con mucha perfección: poner una sonrisa en el monigote, añadirle brazos y piernas en movimiento, y colocarlo allí donde me conviene, —no, aquí no, mejor allí—. No sé, me parece que le resta espontaneidad al asunto.

Para muestra un botón. Mis alumnos de Bachillerato y yo estamos inmersos en un proyecto muy atractivo. Una de las partes del proyecto consiste en crear un poema al estilo blackout-poetry (es fácil deducir en qué consiste observando la imagen). Todos los poemas están ilustrados usando, de alguna manera, una o varias de las técnicas que hemos visto en la retórica visual del curso que nos ocupa, es decir, extrayendo del texto alguna imagen impactante que de algún modo recoja un aspecto importante del poema. Os invito a ver las imágenes que hemos publicado en la cuenta Instagram del proyecto para que veáis los resultados. En cierto modo creo que está muy relacionado con el Visual Thinking.

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