Una vez visité un instituto en Barcelona, el Institut Quatre Cantons, con unos compañeros del mío.Teníamos ganas de ver cómo se trabajaba en un centro que estaba completamente sumergido en el ABP. Nos quedamos prendados: el instituto era bonito, pequeño, se veía que los alumnos disfrutaban de lo que hacían, había espacios que hacían agradable la vida escolar. Era como vivir en primera persona el embobamiento finlandés pero con la belleza y la gracia mediterránea, ¡qué más se podía pedir! Pero, ¡ay, amigos, y el trabajazo que había detrás de todo aquello! En primer lugar: un equipo directivo que había conseguido reunir a un buen número de profesores que estaban dispuestos a poner en marcha ABP por todos los rincones del centro (ignoro cómo lo consiguieron; olvidé preguntarlo). Lo más sorprendente de todo fue saber que, si un profesor nuevo -interino o por traslado- llegaba al centro, tenía que aceptar trabajar con ABP. Allí no había trabajo individual, todo eran equipos colaborativos. Además, las fronteras entre asignaturas estaban borradas: un profesor de Química hablaba con los alumnos sobre Historia Antigua y nadie se mosqueaba. ¡Vaya!, ¡un sueño! Pero, detrás de todo aquello, había horas y horas de planificación ¡en equipo!, de reuniones con los padres, con las autoridades académicas. Así que, de improvisación, ¡nada! Bien es verdad que era un centro pequeño -aún no habían recibido alumnos de Bachillerato-, el edificio era moderno, con buena conexión a Internet, pantallas de televisión, un plóter gigante, todos los alumnos con iPads. ¡Para enamorarse! Pero, ¡se lo habían trabajado a fondo! No les había caído todo aquello del cielo. Y, el último dato: no había fracaso escolar; en todas las pruebas externas estaban por encima de la media de la comunidad, y del resto de España.
Nos montamos en el tren de vuelta, aún mareados por el despliegue de medios, datos y curiosidades, y empezamos a maquinar: ¿es posible aplicar esto en nuestro instituto? Hicimos un intento y falló. ¿La causa?: falta de formación, falta de tradición para trabajar en equipo, falta de tiempo para sentarse e idear, un centro grande, con muchos niveles educativos, y falta de programación. ¿Me voy a jubilar sin haber podido ver cumplido ese sueño? ¿Quién sabe?
A lo mejor, la idea no es lanzar una implementación global del sistema ABP en todo el centro, sino hacer una prueba piloto: enjundiosa, bien elaborada, contrastada y consensuada, respaldada por el equipo directivo, alineada con el currículo, etc. ¿Qué os voy a contar, si llevamos 5 semanas dándole a este asunto? Y, al final, ver los resultados y mostrárselos al claustro y a la comunidad educativa. Quizá, a partir de ese momento, sería posible lanzar una propuesta global.
¡Compañeros, el curso se ha acabado! Espero seguir viéndoos por aquí. Y, lo dicho, sigo buscando un socios entre vosotros, no para colaboraciones completas, pero sí para tareas específicas. Igualmente, me ofrezco -si mi proyecto sale adelante- a colaborar con alguno de vosotros si ve algún punto de conexión entre su proyecto y el mío.
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