Después de aplicarme la rúbrica de autoevaluación de Conecta13 salgo bastante bien parado: tengo un 4 en todos los criterios menos en dos de ellos que, claramente, tienen que ver con la colaboración. Me refiero al de la participación en comunidades virtuales, en donde me he puesto un 3 y en el de compartir herramientas y recursos en la Red; ahí me he puesto un 3,5.
A ver, sí que participo en comunidades virtuales: he hecho 3 o 4 proyectos eTwinning. Uno de ellos salió francamente bien. ¿Cuál fue el secreto? Tener socios fieles y con ganas de trabajar. Aquello fue realmente una experiencia motivadora para los alumnos pero creo que el éxito se debió, sobre todo, a la implicación de los profesores como piezas motivadoras. Pero tengo también experiencias desalentadoras: creé un grupo de profesores en eTwinning con el objeto de intercambiar materiales e ideas y no funcionó nunca. La gente está muy ocupada; hacer experimentos sociales no es una de sus prioridades. Con todo, el confinamiento ha provocado que en el instituto en el que trabajo nos hayamos tenido que organizar y, lo cierto es que ha funcionado muy bien. La necesidad ha suscitado que el equipo de profesores encargados de las TIC haya creado una comunidad en la que se han compartido experiencias, se ha pedido ayuda, se han creado tutoriales. Al final, incluso, se ha evaluado la práctica, hemos detectado dónde se ha producido la frustración o el fallo y se han discutido y elaborado propuestas de mejora. Claramente, ha sido la necesidad. A mí, personalmente, me ha gustado la experiencia porque tenía en el cajón un buen número de ideas que deseaba compartir con mis compañeros y estaba seguro de algunas podrían serles útiles. Lo mismo ha ocurrido con los demás, y sus ideas han salido a la luz; se ha establecido espontáneamente una sano diálogo que nos ha beneficiado a todos. Simultáneamente, hemos detectado fallos, inseguridades, necesidades que solo se pueden aprender en un contexto presencial para poder manipularlas antes de una puesta en marcha efectiva. Creo que, precisamente esto: el diálogo, el feedback, la experiencia propia y ajena compartida con los demás es un buen punto de partida para saber qué debo y qué debemos mejorar en relación a la competencia digital.
Al mismo tiempo, creo que hay otro elemento que tenemos que considerar para mejorar nuestra competencia digital: no se trata de una simple formación tecnológica, sino que es una formación tecnológica para docentes. Es decir, el camino tecnológico tiene que estar alfombrado con una base pedagógica. Creo que esta idea, la sintetiza muy bien Cristóbal Cobo en una publicación que ha compartido recientemente Conchi Fuentes en LinkedIn.
Indudablemente, otro elemento necesario para mejorar nuestra competencia digital docente es tener una referencia, un espejo en el que mirarnos. Aquí hay poco terreno para la especulación: conocer el marco de referencia es imprescindible.
¿Qué áreas de la competencia digital docente son, entonces, las más importantes a la hora de organizar un proyecto ABP? Pues, sin duda, todas ellas; las 5. ¿Es que no es necesario saber cómo se obtiene información en el mundo digital? ¿No llevamos 3 o 4 semanas dándole vueltas a la colaboración y la comunicación? ¿No incluyen todos nuestros prototipos contenidos digitales? ¿No es necesario que nosotros y nuestros alumnos usen los dispositivos con seguridad y aprendan a proteger sus datos y a respetar los de los demás? Y, por último, ¿es que nos creemos que no van a surgir problemas técnicos durante el desarrollo del proyecto y que habrá que darles solución?
Y, para finalizar, respondiendo a la última pregunta: ¿me encuentro en condiciones de lanzar una propuesta colectiva de formación para la mejora de la competencia digital? Parece algo atrevido decir esto, pero creo que ya lo he hecho. No en vano he coordinado varios grupos de trabajo y participado como ponente en seminarios organizados por el Centro Regional de Formación del Profesorado de Castilla - La Mancha. Y lo he hecho porque estoy convencido de algo obvio, quizá excesivamente manoseado, y es que no es normal que mientras la vida que nos rodea es cada vez más digital (no voy a poner ejemplos), la escuela, muchas veces (demasiadas, según mi parecer) es anacrónicamente analógica. Urge una verdadera formación digital docente.